«Santa Cena: Recordando un sacrificio incomparable»
En una noche llena de solemnidad, ocurrida el domingo 13 de Octubre año 2024, toda la hermandad de nuestra iglesia Metodista Pentecostal Arica Norte, se reunió para conmemorar la ceremonia de la Santa Cena, un acto de profundo significado espiritual. La atmósfera del templo se llenó de devoción desde el inicio del servicio, donde para comenzar cantamos al Señor el primer himno de la noche, «El oro y la plata» N° 346, resonó entre los presentes, marcando el comienzo de un encuentro donde la memoria se unía con la gratitud en un solo sentir.
El Pastor Pedro Villegas, Jefe del Sector y Superintendente del Sector Nº1, fue el encargado de compartir la Palabra del Señor, la cual se encontraba en el Evangelio según Lucas 22:7-23, que relata el día de los panes sin levadura y la preparación de la Pascua. En su mensaje, que el siervo del Señor, recordó el sacrificio de nuestro Señor Jesús, así como su anhelo de compartir la última cena con sus discípulos antes de enfrentar el calvario. Cada palabra resonó profundamente en la congregación, destacando que este acto no era simplemente un rito, sino una conmemoración de la entrega de Cristo, un recordatorio del nuevo pacto en su sangre.
El Siervo del Señor destacó además que, la Santa Cena conmemoraba la liberación de la esclavitud de su pueblo Israel desde Egipto, pero hoy recordamos la liberación que Jesús nos otorgó con su muerte en el calvario, resaltando, que esa voz gloriosa de nuestro Dios traspasó las barreras del tiempo. «Dios nos ha rescatado con mano poderosa de las garras del maligno; este acto no es solo un ritual, sino un momento especial en el que reconocemos el sacrificio de Jesús».
Nuestra Iglesia se llenó de un aire especial de la presencia del Señor, eran manifiestas las emociones de todos los participantes, nuestros hermanos, en su mayoría, comprendieron lo magnánimo de este servicio especial. Fueron en total 316 los presentes que pasaron a cenar con el Señor, el clamor al unísono de limpieza de sus corazones y confiando en recibir la bendición de Dios. A medida que avanzaba la ceremonia, los asistentes entonaban himnos que evocaban la humildad y la entrega de Cristo, en himnos tales como: «Tal como soy» Nº 27, «Rostro Divino» Nº45 y «De la cumbre del calvario» Nº419)
Finalmente, fueron once las mesas dispuestas para la cena, rostros iluminados con una mezcla de gratitud y reverencia. Cada uno de los participantes tomaron un trozo de pan y un poquito de vino, recordando las palabras de Jesús: «Haced esto en memoria de mí». La Santa Cena adquirió un nuevo significado: el sacrificio en la cruz no era un hecho lejano, sino una realidad viva en cada corazón de los presente. En cada rincón nuestro templo, los ecos de aquellas palabras resonaban con fuerza: «Id, preparadnos la pascua para que la comamos». Una invitación que, siglos después, continúa tocando el corazón de aquellos que buscan su lugar en el gran aposento de la fe.